Hay días en los que estamos bien físicamente, sin dolores ni molestias…
Pero por dentro, algo se siente desordenado.
Pensamientos que van y vienen sin parar, preocupaciones que se repiten, sensaciones de malestar difíciles de nombrar.
Y es que, al igual que el cuerpo, la mente también necesita atención.
No para “callarla”, sino para comprenderla, ordenarla, cuidarla.
Este artículo es una invitación a darle a nuestro mundo interior un lugar más amable, más consciente y más saludable.
Cosas que nos cargan sin darnos cuenta
Nuestra mente no se apaga nunca, pero sí podemos aprender a cuidarla.
Hay pensamientos que nos desgastan, aunque parezcan pequeños:
– Darle mil vueltas a lo mismo sin llegar a nada.
– Exigirnos demasiado y criticarnos por no hacer «todo».
– Compararnos con otros o con versiones ideales de nosotros mismos.
– Tratar de controlar lo que no depende de nosotros.
– Vivir anticipando lo que podría salir mal.
Estos pensamientos no se pueden evitar del todo…
pero sí podemos detenernos a mirarlos, darles menos espacio o elegir con más conciencia en qué enfocarnos.
Cuidar la mente es un acto de presencia
Cuidar la mente no es dejar de pensar. Es elegir cómo pensamos. Y también, muchas veces, es hacer cosas simples que nos devuelven al presente.
Algunas ideas que ayudan:
– Respirar profundamente, aunque sea un minuto.
– Escribir lo que sentimos (no para mostrar, sino para soltar).
– Escuchar música que nos conecte con lo que sí está bien.
– Poner en palabras lo que nos pasa con alguien de confianza.
– Hacer una pausa sin apuros ni pantallas.
– Agradecer conscientemente una pequeña cosa de ese día.
No es magia. Es práctica. Y como toda práctica, se fortalece con el tiempo.
✍️ Consejo práctico
Durante esta semana, cada noche escribí en una hoja dos cosas:
👉 Algo que te preocupó o te tensionó ese día.
👉 Algo que te hizo bien o te trajo calma.
Vas a empezar a reconocer qué pensamientos te cargan… y qué situaciones o gestos te ayudan a recuperar el eje.
Lo que pensamos también puede ser un abrazo
Hay ideas que abruman…
Pero también hay pensamientos que contienen, que alivian, que cuidan.
A veces basta con escucharnos distinto, con darnos un respiro mental, con recordar que no estamos solos en lo que sentimos.
«
« Lo que alimenta mi mente también alimenta mi forma de estar en el mundo»
Esta frase nos recuerda que no es solo lo que pasa afuera…
también importa cómo lo pensamos.
Cultivar pensamientos más amables, más claros, más livianos,
es una forma concreta de bienestar.
Conclusión
Así como cuidamos lo que comemos o cómo nos movemos, también podemos cuidar lo que pensamos.
Porque los pensamientos tienen peso… pero también tienen dirección.
Y cuando los dirigimos con amabilidad, pueden transformarse en una forma poderosa de bienestar.
Elegir con qué ideas quedarnos también es una forma de cuidarnos.
Y eso, después de los 50, se vuelve un regalo que no queremos dejar pasar.
Si sentís que a veces la mente se llena de ruido, tal vez no haga falta silenciarla.
Quizás solo necesites prestarle más atención a cómo te hablás y qué pensamientos elegís dejar entrar.
Porque cuidar lo que pensás también es cuidar quién sos.
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