No se trata de hacer más, sino de escuchar mejor lo que ya está ahí.
Con el paso del tiempo, algo empieza a cambiar en la forma en que habitamos nuestro cuerpo. Ya no responde igual, ni pide lo mismo. A veces duele, a veces se cansa, a veces simplemente no acompaña el ritmo que teníamos. Pero en lugar de luchar contra eso, esta etapa nos invita a hacer algo diferente: escucharlo con más atención, más cuidado y menos exigencia.
Después de los 50, el cuerpo deja de ser una herramienta para rendir… y empieza a ser un espacio para habitar con más presencia.
El cuerpo cambia, y está bien
A esta edad, muchas personas notan cambios: menor energía, dolores nuevos, procesos más lentos o diferentes respuestas físicas. Y eso suele venir acompañado de cierta frustración o autoexigencia: “antes podía”, “esto no me pasaba”, “no debería doler”.
Pero la verdad es que el cuerpo no está fallando: está hablando otro idioma. Uno más sutil, que nos pide nuevas formas de atención. No se trata de resignarse, sino de ajustar la forma en que nos relacionamos con él.
Aceptar el cambio no es rendirse, es empezar a cuidarnos desde otro lugar.
Escuchar sin castigar
Muchas veces aprendimos a ignorar lo que el cuerpo nos dice: seguimos a pesar del cansancio, minimizamos el dolor, nos exigimos como si nada cambiara. Pero cuanto más lo forzamos, más se tensa. Y cuanto más lo escuchamos, más nos guía.
Escuchar el cuerpo es reconocer cuándo necesita pausa, cuándo pide movimiento, cuándo algo nos hace bien y cuándo no.
Es prestarle atención sin castigarlo.
Es dejar de medirnos en función de lo que hacíamos, y empezar a conectar con lo que necesitamos hoy.
Consejo práctico
Probá registrar cómo se siente tu cuerpo al terminar distintas actividades: caminar, comer, descansar, compartir con otros. Esa información puede ayudarte a tomar mejores decisiones para vos.
Habitar con amabilidad
Esta etapa puede ser una oportunidad para construir una nueva relación con nuestro cuerpo. Una más amable, más consciente, más respetuosa.
No hace falta ir al extremo. A veces alcanza con estirarse al despertar, caminar sin prisa, hacer una pausa durante el día, o simplemente respirar hondo prestando atención.
Habitar el cuerpo también es permitirnos sentir placer, disfrutar sin culpa, reencontrarnos con lo sensorial desde otro lugar.
No se trata de “volver a ser como antes”, sino de aprender a estar con quien somos ahora.
Consejo práctico
Incorporá al día un pequeño ritual corporal que no esté orientado al “logro”, sino al disfrute: masajes, un baño relajante, una siesta, o moverte escuchando música sin objetivo más que sentirte bien.
«
« El cuerpo ya no necesita exigencias, necesita presencia»
Durante muchos años creímos que había que forzarlo para que funcione. Hoy sabemos que cuanto más lo habitamos con respeto, más nos cuida él también. Esta frase nos recuerda que no se trata de exigirle al cuerpo, sino de acompañarlo.
Conclusión
Después de los 50, el cuerpo nos habla distinto. Más despacio, más bajito, más desde adentro.
Y tal vez la clave no esté en hacer más, sino en escuchar mejor.
Porque cuando aprendemos a habitarlo con respeto, también aprendemos a vivir desde un lugar más presente, más real, más nuestro.
A veces, no hace falta correr. Hace falta registrarse.
Y a veces, eso solo ya es un gran comienzo.
Si sentís que tu cuerpo te está hablando distinto, podés empezar a escucharlo sin exigencias.
Habitarlo con respeto no es hacer menos, es hacer desde otro lugar.
Después de los 50, cuidarse también es aprender a acompañarse.
Cada gesto amable hacia tu cuerpo es una forma de estar más presente en tu vida.
¡Seguimos conectados!
Comparte en tus redes sociales
Artículos relacionados
Volver a tener ganas: el arte de reencender lo que parecía dormido
Hay etapas en las que todo parece apagado. No hay entusiasmo, no hay deseo, no hay impulso. Pero a veces, lo que parecía dormido no está perdido, solo necesita tiempo, espacio y un pequeño gesto para volver a encenderse. Hay momentos en los que sentimos que algo se...
Lo que me da energía… y lo que me la saca sin darme cuenta
Pequeños hábitos que cambian el día A veces llegamos al final del día agotados, sin saber muy bien por qué. No hicimos grandes esfuerzos físicos, ni atravesamos algo difícil… pero sentimos el cuerpo y la mente pesados, sin energía. Y otras veces, con pequeñas cosas...
Ya no me relaciono como antes… y está bien
El cuerpo social: cómo cambia nuestra manera de estar con otros después de los 50 Durante gran parte de la vida, estamos inmersos en vínculos definidos por el trabajo, la crianza, los deberes familiares o los grupos a los que “pertenecíamos” casi sin decidirlo....
Hola gente, yo tengo 68 años , cumplidos ayer . Desde hace mucho tiempo aprendí a priorizarme. Elegir lo que deseohacer y a saber decir no , a lo que no siento me hace bien. No tengo apuros , no hay tiempos que marcan mi vida . Disfruto cada pequeña cosa que realizo, en mi tiempo, hasta comer lo hago en forma lenta , disfrutando, saboreando , y así todo lo demás. En conclusión, si me preguntan , cual ha sido hasta ahora mi mejor etapa , sin dudas , esta.
Muchas gracias Ana por tu valioso compartir. ¡Hasta pronto!